martes, 14 de octubre de 2008

LAS BARRAS BRAVAS: UN FETICHE DE LA MUERTE

Quizá esto explica el macabro culto a la muerte en nuestro país y la reproducción de episodios horripilantes como los de Garavito o la masacre de macayepo en que trituraron a personas con palos y piedras, estas manifestaciones develan sin lugar a dudas que Colombia soporta la peor de las miserias, la miseria espiritual, que se traduce en una depreciación de la vida, en Colombia la vida no vale un peso. El turno ahora es para la juventud, en la ultima semana seis jóvenes Colombianos han muerto por obra y gracia de miembros de “Barras Bravas” que han hecho del fútbol no un espectáculo deportivo sino una verdadera deidad en la que depositan su razón de existir por la cual quitan y pierden la vida irreparablemente, hoy el fútbol en los barrios y comunas subnormales de los países latinoamericanos surge como la respuesta al vacío y la frustración que dejaron el fracaso de los metarrelatos y la escasez de oportunidades de la cuales no escapa Colombia. Así las cosas este fenómeno del “Barrismo” es un fenómeno urbano de antecedentes Europeos con arraigo en la Argentina y en días recientes con muertes en Bogotá, Cali, Medellín, Cúcuta, Barranquilla en Colombia, fenómeno que seria y juiciosamente ha venido estudiando y combatiendo una fundación llamada: “Goles por la Paz”, aunque sus esfuerzos sean insuficientes, pero con todo y eso el fenómeno aumenta y la brillante idea que se le ocurre a las autoridades es proponer proyectos de Ley que penalicen este fenómeno que las penas sean más severas para quienes delinquen dentro de las barras de fútbol, el derecho penal es un elemento nada despreciable pero también insuficiente el aumento de las penas no resuelve el fondo y es que la juventud Colombiana esta canalizando en empresas inservibles como el “Barrismo Violento” su sobrado potencial. En Colombia los legisladores creen que para cada problema hay una ley, por eso será que ya con tanta ley en Colombia despareció el Narcotráfico, el Terrorismo, y la delincuencia común, sin duda somos un país

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